Para mí la lucha por el aborto legal era una cosa: militancia, manifestaciones, difusión de información. Y otra cosa era un aborto: desamparo, tristeza, culpa. Veía a la mujer que aborta como una pobre mujer, que había que ayudar por compasión. A partir de la experiencia que nos compartieron las compañeras socorristas de Argentina mi perspectiva cambió. La mujer que abortaba pasó a ser para mí una mujer con un enorme poder, ejerciendo ese poder de decisión sobre su propio cuerpo, ejerciendo un derecho conquistado por la lucha de miles. Abortar con el pañuelo verde en el cuello fue la imagen que nos dejaron.
Luego en los acompañamientos pude experimentar en carne propia lo que nos contaron, y ver qué si acompañamos el desamparo es menos, que si hablamos del tema, si habilitamos el espacio de habla y escucha, la tristeza y la culpa ceden espacio al alivio.
La foto que subí es autoría de Analía Mosqueira, sacada en la Feria Feminista de Rivera, en la explanada de AFE “espacio Laura Cabrera”, en diciembre de 2020.
