Saltar al contenido

Te acompaño

Preparo un tere bien dulce con mucho hielo, miel y otras hierbas (indispensable) para mitigar el calor abrasador de este verano. Prendo el ventilador, abro la ventana y busco el lugar más fresco para comenzar mi turno.

Chequeo el celu ¡tiene batería! Saco el modo vibración y comienzan a resonar los mensajes como si cobrara vida propia y esa virtualidad traspasa el imaginario para convertirse en retazos de vivencias que necesitan con cierta prisa ser atendidas.

Aparenta ser una tarde movida.

Dedos a la cuenta de 3, 2, 1 comienza la conexión:

-Hola, necesito ayuda…

-Me pasaron tu número…

-Quiero info…

-Mi amiga está embarazada…

-Tengo un atraso y no se qué hacer…

-Disculpa la hora…

-Necesito un test…

-Fui al hospital y no me atendieron…

-Te puedo llamar?…

Cuaderno y birome en mano lista para iniciar las llamadas. Datos que vienen y van, viajan kilómetros, narran historias, realidades tan diferentes, pero a su vez tan símiles. Transcurre la tarde llena de anécdotas, reímos como si nos conociéramos, festejamos alguna equivocación que resultó en alivio. También se anuda un poco la garganta, asoma alguna lágrima, aprieto el pecho porque duelen las injusticias, pero velozmente arremeto con todo mi amor socorrista para DES(armar) ideas e ir en busca de alguna solución.

Comienza a resurgir el entramado que teje esta RED, repartiendo justo y necesario para esclarecer el panorama. Corto, respiro, pienso, siento y sigo. Termina mi turno. Acomodo, guardo, sigo pensando y sintiendo… Termina mi turno. Tomó el último tere medio aguado. Cierro la ventana. Pongo el celu en vibrador y me voy. Salgo a la calle y me llega un mensajito a mi teléfono personal: 

-Hola, Rosa me paso tu número. 

-Sí, ¡te acompaño!