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Sacar la voz

Sí, sí creo que impacta en mi identidad y creo que esta identidad, sobre todo mi identidad, se caracteriza por ser una identidad que está en constante cambio y revisión.

Para entender un poco esto hay que entender que yo nací en el seno de una familia testigos de Jehovah, crecí en ese tipo de familia y el tipo de crianza que se me dio, el tipo de cosas que se me naturalizaron opacaron mi voz, me quitaron la voz en general, yo no tenía voz. Luego, claro, aprendo el feminismo y el feminismo me dio una voz, y me hizo cuestionarme otras cosas y me hizo tener otras posturas. Pero cuando llegamos al tema del aborto… claro que el ser acompañante, pero todo el tema del aborto, para mí es un antes y un después. Ya lo he dicho antes, el momento en el que puedo hacer frente y puedo aceptar que yo considero que las mujeres deben elegir sobre su cuerpo, es el momento donde yo realmente abro las alas para liberarme. Y esto pasó mucho después de que yo tuviera acercamientos con el feminismo. Fue una de las últimas… bueno, no de las últimas, porque obviamente sigo cambiando todo el tiempo, pero fue una de las cosas que más me costó por todo lo que yo tenía tan arraigado ¿no? Entonces, claro, para mí fue paulatino, fue como “aborto en casos de violación”, “pero es que si no se cuidan”, y luego ir revisando ese discurso. Y luego, también, me di cuenta que tenía discursos como de “aborto para los pobres”, “porque como que están… ya hay demasiados pobres” o alguna cosa así, es como… «eso es clasismo”. Y si antes de ser acompañante ya el aborto me había contrapuesto con mis ideas de toda la vida, si ya el aborto me había movido cosas, si ya el aborto me había dicho como “este discurso que incluso tú sostienes, algo no cuadra, algo no está bien, por ejemplo con el tema de las clases”, mmm como “eso suena más aporofobia que a querer que la gente decida”.

Entonces, ya el aborto, o el tema del aborto, el tema de la libertad de elección, para mí constituye un montón de mi identidad. Y sí, creo que mi identidad actual está como muy ligada justo al tema de los derechos, el tema del activismo y demás. Porque salirme de la religión implicó romper con todo lo que yo era, todo, todo lo que me había constituido, todo lo que yo había creído, fue quedarme en cero. Y llego a este espacio, que este es el espacio que me permite descubrirme, me permite ir cambiando, que no es estático y el momento en el que llego a ser acompañante es como un plus extra. O sea, si yo antes de ser acompañante creía que ya había cuestionado lo suficiente o había visto los diferentes escenarios que podían haber, ese es el momento en el que me hago acompañante y conozco de verdad otras realidades, de verdad, de primera mano escuchar y saber, es un momento que me enriquece un montón. O sea que… esto que ya era, se reafirma; como todas estas cosas que ya creía, todas estas cosas de estarme revisando todo el tiempo e, incluso, siento que no es hasta el momento en el que soy acompañante en que realmente me empodero de mi voz en general, en el que me siento con la confianza de decir “eso no es así”, o sea, cuestionar en voz alta, poner pares en voz alta, porque siempre prefería estar callada al final y demás.

Eso es lo que quisiera decir sobre justo esta foto donde estoy peleando con un policía, que es de hace algunos años, que nos querían quitar y era un 28S, entonces, no suele ser una marcha tan grande en mi ciudad. Y nada, creo que eso identifica bien todo lo que acabo de contarles sobre mi identidad, sobre mí.