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Perder el miedo juntas

Cuando en mi celular empiezo a escribir “Hola” la siguiente palabra que sugiere es “mi”, luego “nombre” y así continúa el predictivo: “es” “Inés” “soy” “de” “las” “hilarias”. Por lo tanto, no me hace falta escribir el resto, sólo seleccionar la palabra. El predictivo me identifica automáticamente, ya que por lo menos dos veces a la semana escribo esa oración.

Cuando en algún lugar al que llego por primera vez y se me preguntan a qué me dedico, o surge el interrogante de qué hago con el tiempo, últimamente contesto que milito en una agrupación o “soy socorrista”, en ocasiones agrego “política feminista”.

En estos años sale con más naturalidad, pero fue un proceso para llegar a la comodidad en mi presentación. (Aunque debo reconocer que no lo digo en todos lados ni indiscriminadamente.) “¿Y qué hacen?” o “¿De qué militás?”. “Acompañamos a personas que desean abortar”. Me gusta escuchar el ruido de los engranajes mentales que se acomodan para que esas personas no exclamen “¡Asesina! Mata bebé. Feminista”. Sus músculos faciales apenas dejan emitir un “Ahhh”. Toda esa ingeniería de la autocensura me parece maravillosa. Reconocen que no es conveniente decir lo que piensan, hoy ya no; en el mundo que estamos viviendo hoy en día ya no se puede. Por lo menos no se puede decir eso; nosotres lo estamos pudiendo decir y sin vergüenzas ni eufemismos o acusando a “una amiga me contó”: hablamos en 1° persona. Y con esta avanzada enunciativa, evitamos que ese sector conservador de las semiosferas escupa sus pretendidas verdades asentadas a lo largo de mucho tiempo. 

Hoy nosotres avanzamos y demostramos que no tenemos vergüenzas ni miedos. Que yo pueda hacerlo así no muestra mi valentía individual, muestra que formo parte de manadas que gritamos que el aborto es una posibilidad y por lo tanto un derecho. Y no estamos soles. Pero llegar a decir “acompaño abortos”, a que luego de ese “ahhhh”pregunten detalles sobre de qué se trata, cómo lo hacemos, que la conversación siga con alguna anécdota o reflexión o historia que la otra persona quiere compartir (no le cabe el “cómplice”). O el simple silencio y el cambio rápido de tema pero no ya el juicio sentencioso, ha sido un proceso que me ha llevado varios años. Es recursivo, como vemos. 

Hace cuatro años y medio, creo, a lo sumo decía “milito en una agrupación” o simplemente nada, o un genérico “voy a la marcha”. En esos primeros años de mi vida socorrista (o “rescatista”como usó alguien antes de ayer) usaba el pañuelo verde permanentemente, incluso en las escuelas donde trabajo. Esa ya era una carta de presentación que invitaba a no preguntar nada más, con algunas charlas excepciones en las que se mencionaba “el pañuelo” y que por lo general sucedían en privado. 

Según pasaron los años y ya teniendo ley, al pañuelo lo fuimos guardando y sólo lo sacamos para las marchas o situaciones puntuales. Aunque deberíamos reflotarlo. No es solo una moda. Menos en estos tiempos derechosos. En otros lugares o con personas más progres y pro derechos, surge el “¡ahh!” admirativo, por lo general no hace falta informar que ser socorrista no significa que ando con el salvavidas en la mochila y la malla abajo de la ropa, siempre lista para largarme a una pileta por si alguien se está ahogando, sino que en tales sectores ya se sabe que las socorristas acompañamos abortos. “Aguanten las pibas, que grosas son”. O a veces también “yo te conozco de las marchas”. Esos son los casos en que la militancia antecede a mi persona, en esos ámbitos del mundo respetuosos y que quieren agrandarlo.

Pero en la sociedad en que vivo, y en el ámbito laboral en que me desempeño (la docencia), prima el conservadurismo y el afán por mantener secretos y que no hablemos de las historias personales. 

Me identifico por lo que hago, lo que hago lo hago porque me gusta y lo elijo; aunque suene antojadizo y privilegiado que un poco lo es. Elijo identificarme por mis deseos y la concreción de ellos, del mundo que queremos. Me defino, me identifico por el hacer y por el querer, construcciones colectivas y dinámicas y nutritivas y muy hermosas.