¿Piensas que ser acompañante de abortos impacta en tu identidad?
Absolutamente. Yo soy otra desde que empecé a acompañar.
¿Por qué?
Hubo una cantante de Tangos, Virginia Luque, que según cuenta su hija, antes de salir al escenario decía: Soy Virginia Luque, soy una mujer y, tengo un secreto. Se lo decía para sí misma en voz bajita. Yo a veces me siento, caminando por la calle o en reuniones, pensando así. O, diciéndome interiormente, si esta gente supiera porqué estoy pegada al celular no importa en qué contexto esté, se mueren. Yo me siento guardando muchos “secretos”. Conociendo realidades que sin este activismo no hubiese conocido quizás tan profundamente.
¿De qué se compone esa identidad en tu caso particular?
Se compone de varias cosas “nuevas” en mi interacción con los demás. Dentro de esas cosas está el que cuando me presento, en espacios seguros, incluyo el soy abortera. Lo cual a veces genera conversación y debate. Eso me gusta, porque me siento con la misión de instalar el tema y visibilizarlo siempre. Y, es más, siento la mayor parte del tiempo que ese hacer me define mucho mejor que cualquier otra cosa que pudiese decir de mí al introducirme en un nuevo espacio. Ser acompañante/abortera ha acortado mi tolerancia hacia ciertos comentarios y/o actitudes. Por ende, a veces me es difícil interactuar socialmente. Tomo distancia con las personas que siento no respetan los espacios que dedico al acompañamiento y, sobre todo el que dedico al activismo, pues para mí es sagrado. Así que para resumirlo podría decir que me he convertido en una señora mañosa y poco tolerante para algunos, aunque yo me siento cada vez más verdadera.
