Recuerdo en la pandemia, año 2020, a una mujer treintañera. Estaba muy determinada con su decisión, sus motivos eran muy fuertes como todas quienes deciden interrumpir. También tenía muchos miedos sociales, y el estigma que siempre viene de la desinformación que nos entregan desde niñas.
Esta era su primera vez abortando. Antes de acudir a nosotras fue estafada con dinero, pero eso no la detuvo y siguió buscando ayuda. Llegó con las amigas.
Luego de hablar, conocernos y darle la información, ella más segura realiza el proceso en su casa. Pero no tuvo éxito pues la medicación parecía no resultar en su cuerpo. Experimentaba los síntomas de los medicamentos pero no ocurría nada ni bajaba nada. Decidimos hacerlo una segunda vez de forma presencial, juntas ella, yo y otras compañeras.
Pasamos todo el día juntas entre náuseas, diarrea, dolores, masajes, posturas, incertidumbre, conversaciones, llantos, complicidades y amorcito, pero esta vez la medicación tampoco logró el objetivo.
Ya estábamos cursando un 2T y la recomendación luego de los intentos fallidos y de sus semanas fue no esperar más y viajar para un Ameu, esto fuera de nuestro país.
La verdad pensé que quizás diría que no. Nunca me había tocado decirle a una mujer que debía viajar tan lejos y quizás mi mismo miedo en mi cabeza me hacía pensar que no estaría dispuesta, pues tampoco tenía los recursos a la mano para hacerlo, por lo que sabíamos de ella.
Para mi sorpresa luego de exponer la situación, ella en días logró reunir el dinero para viajar. Hicimos junto a la hermosa red abortera los contactos y ya la esperaban a ella al otro lado de la cordillera. Recuerdo sentir tanta admiración por ella en ese minuto, la sentí tan heroína y yo tan cobarde, creo que desde ahí entendí lo que mueve a las mujeres a abortar. Nunca hay barrera tan alta para parar, ellas están decididas y nosotras solo debemos acompañarles en esta decisión que toman que por cierto es su motor en ese minuto. Hacen y deshacen por lograrlo, nada las para son invencibles, y nosotras junto a ellas lo somos también.
Hablaba con ella por chat y algunas llamadas, el proceso fue exitoso, lo había logrado ella, las compañeras que la ayudaron fuera de su país y nosotras acá expectantes y alegres porque por fin se había acabado la espera. Ya era ella nuevamente, ella y sus proyectos, ella y la vida que quería construir.
Luego de que llegara a Chile, conversamos con ella y nos llenamos de su experiencia, no podía dejar de sentir tanta admiración por su determinación y la garra que le puso a todo el proceso. El ir corporalmente sola a un lugar desconocido y no dejarse invadir por el miedo, con nosotras en el corazón y ella en el nuestro.
Después de este acompañamiento entendí porqué existen estos espacios, porqué existen las activistas por el aborto. Entendí porqué las mujeres están tan decididas y entendí el sentido que tiene esto para mi.
Me enamoré de acompañar luego de esta experiencia. Entendí muchas cosas en mi vida y me alegra haber estado para esa mujer tal como ella me ayudó a entender tantas cosas sin habernos conocido, sin habernos topado nunca. Quizás no nos veremos otra vez pero ella está en mi corazón y en mis sentires, algo nos unirá siempre y esa complicidad es muy hermosa, me llena mucho mi alma.
