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Maternidad deseada

Vengo de una zona Andina, algo como un pueblo grande más que una ciudad, lo que significa que acá casi todos nos conocemos, nos hemos visto.

Desde que soy acompañante la maternidad entró a mi vida, lo que significó que mi mundo se puso “patas para arriba”. Mi collage lo muestra: con las montañas invertidas se ve como reflejo una base de periódicos que simbolizan las noticias constantes que acá son más estigmatizantes y tabú sobre todo lo referente a aborto. Teniendo eso como “suelo” incorporé unas máscaras como muestra de que he tenido que saber cuidar mi identidad para resguardarme a mí, así como a mi familia.

Esta parte de mi vida, mi trabajo, mi lucha por el acceso a la información y el acceso a los medicamentos de las mujeres que deciden abortar es peligrosa, es ilegal, y eso es algo que sé, por eso intento resguardarme siempre.

Entre el reflejo de las montañas está el primer eco que me hice. Mi bebé tenía tres meses para ese entonces. Me hace feliz saber que tuve el privilegio de poder tomar una decisión, de que a pesar de las dificultades ejerzo una maternidad deseada, que me permite brindar una crianza respetuosa, amorosa y como con la atención de las mujeres, una escucha activa.

En uno de los picos de las montañas puse una niña dentro de una caja jugando, simbolizan los cambios por los que he pasado. Me he tenido que mudar cinco veces desde que mi hija nació hace cinco años, es decir, una vez al año. Este tema va muy de la mano con las monedas que están en la parte inferior, para nadie es un secreto que la economía en Venezuela es inestable, digamos, y así como al resto de mujeres y madres solteras del país, es algo que nos ha atravesado a mi hija y a mí.