Esta foto me la tomé a mí misma el 8 de agosto de 2018 en una acción colectiva que consistió en un pañuelazo y una marcha que partió del Consulado argentino de la CDMX hacia el Monumento a la Madre para culminar en el Hemiciclo a Juárez.
Estas acciones se hicieron en solidaridad con y apoyo a las mujeres argentinas, que ese día estaban a la espera de escuchar si el proyecto de ley que buscaba despenalizar el aborto hasta la semana 14 de gestación iba o no a pasar la última y definitiva fase parlamentaria en la Cámara de Senadores – recordaremos que ese día ganaron los votos en contra y el proyecto no pasó, pero eso no paró la lucha de las mujeres argentinas, que consiguieron que el 20 de diciembre de 2020 finalmente se aprobara y se despenalizara el aborto hasta la semana 14.
Recuerdo mucho ese día, pues fue trascendental en mi trayectoria como morra feminista activista. Recuerdo en particular la acción del pañuelazo que hubo previo a la marcha frente a Rectoría en C. U. Yo me recuerdo tomando muchas fotos – se las mandaba a una amiga que las usaba en un medio popular de comunicación – y maravillándome con la marea verde que oleaba a mi alrededor: pañuelos, playeras, banderas y carteles verdes que exigían la despenalización del aborto en Argentina, así como en todo México y en toda Latinoamérica. Recuerdo que yo misma llevaba un cartel que decía, en verde, “MORRAS Y PIBAS JUNTAS”.
Recuerdo cómo todas gritábamos juntas las consignas mientras gozábamos el momento y nos reapropiábamos del espacio público. Recuerdo mucho que muchas pasaron a contar sus historias de aborto y las demás escuchábamos, asegurándonos entre nosotras que nadie estaba sola y que nos cuidábamos. Recuerdo también que ese día pasaron al micrófono unas compañeras que hablaron sobre el Fondo MARIA, sobre sus labores y sobre lo que significa acompañar. Ese fue el día en el que yo conocí el Fondo y el momento en el que dije “yo quiero hacer eso, quiero ser acompañante”.
Ser acompañante de abortos impacta profundamente en mi identidad. Mi identidad que, en gran parte, recae en la lucha por la libertad, en la resistencia a los sistemas opresores, en la búsqueda de la ternura, en el énfasis en el cuidado a otrxs. Y esta identidad ha sido forjada gracias a las mujeres que he visto luchar, resistir, hablar, gritar, cuidar, acompañar. Mi trayectoria activista ha sido, por mucho, lo que más ha impactado mi identidad: mi forma de pensar, de ser, de hacer, de existir.
He aprendido, más que de nadie, de las compañeras que he tenido el privilegio de escuchar, leer y ver. Gracias a ellas yo sé quién quiero ser yo, sé lo que quiero hacer, sé que quiero regresarle a la vida lo que ella me ha dado, sé que quiero que mis acciones impacten positivamente la vida de otras personas, sé que quiero traerle bien al mundo. Acompañar abortos es una de las maneras en las que yo concretizo esos deseos, una de las maneras en las que actúo y no sólo pienso, una de las maneras en las que soy alguien de quien me enorgullezco, una de las maneras en las que me recuerdo por qué vale la pena vivir y resistir. Y la foto que comparto ahora es de un día muy representativo en esa trayectoria, del día en que decidí que iba a dedicar mi tiempo a acompañar, escuchar y cuidar procesos de aborto.
