Sin siquiera dudarlo, ni darle más vueltas, creo y siento que el acompañar es un acto de amor.
Ese amor que podemos sentir por cada una de las mujeres y niñas que abortan. Que se entregan a pesar del miedo que las agobie. Porque eso es. Literal, es desprenderse del miedo y confiar. Confiar en quién no conocés, muchas veces en quien incluso nunca viste, sólo escuchaste. Lograr ese lazo de confianza para mí es un acto de amor.
Y aunque sé que debo elegir sólo una de las frases me es imposible no relacionarlas entre sí. El arte es expresión, es manifestación del sentir creativo. Y para mí acompañar es una gran obra. Que tiene un inicio, desarrollo, y final. Desde el día uno cuando envian el correo, ir a taller, esperar el contacto telefónico, el día del proceso, terminar, lograrlo, aliviarse, ser libre, ser feliz, agradecer y continuar. Todo ese desarrollo, ese camino recorrido de la mujer siendo testigos del empoderamiento. Escuchar, ver, y estar ahí en primera fila, para ser partícipe de esa gran evolución y aprendizaje. Te despides de una mujer nueva, empoderada, sabiendo que fue capaz de ganarle a todo ese miedo que la rodeaba, que fue capaz de saltar al vacío. Porque sabía que yo estaría allí para agarrarla, para decirle mil veces si fuera necesario, que ella sería capaz de lograrlo aunque sintiera lo contrario. El arte es amor, y acompañar también.
