Saltar al contenido

Cuando me tocó a mí

He pasado por este proceso dos veces. La primera con dieciséis años y la segunda con veintiún años.

En la primera, me sentía tomada por tener que decidir si tendría o no al bebé. Si bien crecí pensando que no había justificación válida para abortar, cuando me tocó a mí, me puse pensar en lo bueno y lo malo que podía pasar si decidía convertirme en mamá. Acudí a mis padres porque con 16 no tenía idea de cómo enfrentarme a esto. Había intentado de todo: tomar agua de ruda, frascos enteros de vitamina C (en internet había leído que el ácido ascórbico te podría abortar), intenté golpearme el estómago, hacerme masajes durísimos en el vientre y nada funcionó. Cuando le conté a mi mamá, ella se puso triste y me rogó que tuviera el bebé. Yo no sabía si quería porque el papá era una persona menos preparada, ni siquiera había terminado el colegio, no trabajaba y yo no quería unirme de por vida a tener un hijo con él. Mi papá se encargó, me dijo que no iba a permitir que arruinara mi futuro con un hijo a los dieciséis. Él se encargó de llevarme a una clínica y me acompañó el día que aborté. Le cobraron 3.000 soles por hacerlo, ya que yo era de menor edad. Después de esa experiencia, mi perspectiva sobre el aborto cambió radicalmente. Fue una lección muy dura y ya no volví a juzgar a otras compañeras que pasaron por lo mismo.

En mis veintiún años, tenía una pareja desde hace dos años. Él ya tenía un hijo al que no visitaba ni pasaba pensión. Cuando me enteré que estaba embarazada, mi primer pensamiento fue: “Ahora, ¿dónde lo aborto?”. Yo no trabajaba en ese momento, acababa de ingresar a la universidad. Él me dijo que lo quería tener, pero yo no. Es por ello que no me apoyó con ni un sol. Como fue a las dadas de pagar todo yo sola, una tía me ayudó. Luego de esto, el chico me seguía buscando y reprochando que maté a su hijo.

*** Mezcla de audio. Testimonio anónimo, recogido en el marco del taller post aborto realizado por Serena Morena en la ciudad de Lima, en el verano de 2024.

*Se cuenta con el permiso de quien compartió y grabó el testimonio para su uso.