La experiencia más significativa fue acompañar a mi mejor amiga. Nos conocemos desde la infancia y hemos estado una junto a la otra en todo momento.
Yo sabía que todo saldría bien, pero me sentía temerosa por ella, no quería que tuviera el mínimo dolor, no quería que nada se saliera de control. Tuve que retener mis propios miedos y sonreír, jugar, bobear, como siempre lo hacemos.
En retrospectiva aprendí de mí, de ella, de mi amistad, de quienes acompañamos, de lo que nos significa y nos representa. No era lo mismo decirle “todo va estar bien”, “tranquila ahorita te hago un té”, porque yo también necesitaba que alguien me lo dijera. Realmente todo salió bien, pero el terror no era por el aborto, sino por cualquier síntoma de dolor en alguien que quiero tanto.

Somos
Siempre fuimos una
una memoria entera sembrada
de recuerdos.La risa como señal de complicidad
en ese momento quisimos ser cuerpo
y lo fuimos,
lo somos,
lo seremos.