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Amo, luego existo

Cómo no estoy de acuerdo con la primera afirmación, decidí elegir la segunda: «Acompañar es un acto de amor». 

Estoy de acuerdo de muchas maneras con esta afirmación, porque acompañar es la forma de regalar me el ser activista, del modo más directo y concreto. 

Acompañar es vivir la acción, lo que hace de este activismo uno poderosamente distinto a cualquier otro. Acompañar es un acto de amor, políticamente hablando, el decidir cuidar y tomar partido por una mujer específica y su proyecto de vida, frente a la opresión del patriarcado. 

Podría sólo decir que acompañar es político, porque lo es, pero me gusta elegir (lo que es tremendamente político también) la verdad del amor entre mujeres. Me gusta desprenderme de la generalidad de las matrices de izquierda de las que provengo, y por momentos no hablar de «humanidad», que sí, me importa, pero no puedo amar a millones de millones de la misma manera en que me amo yo al acompañar, y de la manera en que amo a la mujer que acompaño. 

Acompañar es encuentro y desencuentro, es una historia política de amor. De ahí la foto, «Amo, luego existo».