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A cobijo

La experiencia más significativa que he tenido fue la de acompañar un aborto de 17 semanas, por fuera de la ley, que solo abarca hasta la semana 12.

Nos llegó el caso desde una referente vecinal que nos contó que una vecina (31 años) recurrió a ella desesperada pidiéndole ayuda para terminar con un embarazo. La mujer tenía problemas de consumo problemático y en ese momento se encontraba en situación de calle.

La eco indicaba la cantidad de semanas. Ella comentó que no había evaluado antes la posibilidad de interrumpir el embarazo porque aún en la nube del amor, pensaba que su pareja adicto y violento iba a cambiar. Luego nos contó que una paliza que le dio estando ella embarazada fue el detonante que hizo que se le cayera la venda y pensó: «si me golpea así, aún estando embarazada del hijo que supuestamente quiere, no va a cambiar».

No tiene nada.

No tiene a nadie.

Ninguna red familiar a causa del consumo.

Y cuando decide escapar de donde vive él, queda en situación de calle. Recurre a esta vecina desesperada y se comunica con la Red, pues ella no tiene celular, le sumamos otra complejidad, la incomunicación. Pero se mantiene en contacto directo con la referente vecinal donde la mujer asistía recurrentemente a ver si había alguna novedad de alguien que pudiera auxiliarla.

Las referentes locales de la Red nunca habíamos acompañado procesos de más de 12 semanas pero sabíamos que existía la posibilidad y nos asesoramos para poder socorrer a esta mujer. Fue muy significativo, el asombro de la mujer. De no tener a nadie, se encuentra rodeada de cuatro personas desconocidas, que le consiguen la medicación, le ofrecen la casa para hacer el proceso, y la acompañan, contienen y asisten por más de 10 hs.

Personalmente ese día pasé por muchas emociones, primero la adrenalina de que al ser fuera de fecha y no estar contemplado por la ley había que ser muy sigilosas en los movimientos. Después la sorpresa de las dimensiones. Tras la expulsión de la primera parte no salía la placenta por lo que hubo que cortar el cordón.

Nunca había estado expuesta a tanto. Igual me sentí con fuerza y seguridad la mayor parte del tiempo. Más tarde nos invadió el miedo pues si la placenta no salía debía ir a emergencia. Por lo que había que pensar el relato y ahí surgieron un millón de interrogantes posibles que te vuelan los nervios, y la posibilidad de ir presas.

¡Faaah! me acuerdo y me erizo, fue unos de los acompañamientos más zarpados y que a su vez más me motivaron pues la mujer a los días volvió siendo totalmente otra, a agradecernos y decirnos que aún no podía creer todo lo que la habíamos acompañado, que nunca en su vida le habían dado tanta atención. Así como también la referente vecinal me dijo que reafirmaba muchas de las cosas en las que creía y que había sentido un amor y hermandad que pocas veces había vivido.

Todo esto emociona, conmueve y ¡remarca la importancia de los acompañamientos feministas!