Para este ejercicio escogí un texto que escribí hace unos años. Este texto nace como descarga y como reflexión contínua de la vida en relación hacia los privilegios y los no privilegios de vivir en este sistema patriarcal, en el que la autonomía y la autodeterminación se presentan como necesidades en mi vida y se plantea también como un cuestionamiento hacia lo normado, desde el sistema que oprime constantemente y nos mantiene en una posición en la que no nos podemos quejar, ni tampoco hacer grandes cambios, o no se espera que hagamos grandes cambios.
Desde muy chica he creído que las mujeres somos altamente capaces de realizar nuestros sueños, de soñar en grande y soñar lejos también. Pero, sí he encontrado siempre la barrera de cómo las posibilidades que tenemos en general siempre están ligadas a las expectativas que ponen sobre nosotros la misma sociedad: cómo tenemos que comportarnos, cómo tenemos que vestirnos, cómo tenemos que actuar, cómo tenemos que movernos, cómo tenemos que relacionarnos. Todo eso siempre me pareció algo muy injusto y no lo entiendo en realidad, de dónde nace, de dónde viene, por qué tiene que ser así.
El texto empieza diciendo como ´quién soy yo para impedir el curso natural de la vida´ y en realidad… como que la pregunta va más allá de eso. Cómo lo natural, cómo netamente lo que es así ya, sino como lo natural dentro de cada ser, lo que es verdad para mí, no necesariamente tiene que ser verdad para un otro y como yo quiero vivir mi vida, tampoco tiene que ser la forma en la que otro quiere vivir su vida.
Entonces, desde ese lugar, invita un poco a la pérdida del control, a manejar sólo lo que en realidad está en nuestras manos que son las decisiones personales, las decisiones íntimas y tomar las riendas de nuestra vida también como un acto político, como una protesta también, un cuestionamiento a lo que se impone por regla y demostrar que en realidad, en realidad no demostrar, sino que vivir la vida que queremos vivir al fin y al cabo.
Como que eso es lo que representa para mí este texto, como realmente tenemos la posibilidad de soltar el control, de vivir una vida plena con nuestro sentir, sin que tengamos que encajar necesariamente, como atreverse a vivir desde la autonomía y desde la autodeterminación como queremos nosotras, las mujeres, todos los seres, vivir desde el respeto, desde la libertad.


¿Quién soy yo para impedir el curso natural de la vida?
¿Quién soy yo para anteponerme a los designios, a veces arbitrarios, del destino?
¿Quién soy yo para impedir que el sentimiento genuino de un otrx salga a la luz?
No soy nada más que una mujer queriendo vivir una vida, una hija, una hermana, una compañera, sólo eso. Carne que al igual que la tuya se hará polvo. Que al igual que la tuya carga una vida, que no es la tuya pero tampoco es la mía.
La vida nos puso aquí: frente a frente, cara a cara. Y mientras antes ocurra lo que ni tú ni yo sabemos, antes aliviamos este sentir incómodo que nos puso entre la espada y la pared.
No seré yo quién cobre la justicia por sus manos, ni seré yo quien evite el desate de la locura para aligerarte las culpas.
Por mi parte decido abortar. Cortar las cadenas de un linaje manchado de violencia patriarcal.
Aborto y a mi madre y a mi padre.
Y suelto las cadenas de las culpas que no me pertenecen, suelto el dolor de esta distancia a la que se condenan los corazones egoístas.
Si los cuervos quieren arrancarse los ojos, pues esperaré mi turno para saltar al vacío cuando llegue la muerte a saldarnos las cuentas.