Cuando vi la pregunta se me vino la imagen de un videíto que vi hace unos días: un gusano que iba cambiando y transformándose, como todo su proceso de transformación, cómo iba perdiendo la piel porque crecía, entonces tenía que cambiar su piel, incluso se comía la piel anterior y eso era parte de su nueva forma; y volvía a dejar la piel y volvía a cambiar, y volvía a dejar la piel y volvía a cambiar…
Me vino esa imagen. Era un gusano que era muy bello, a la vez extraño y desconcertante: tenía su cabeza con lo que parecían ojos, pero que no eran sus ojos; tenía una cola como si fueran dos antenitas, pero eran la cola. Y cambió la piel como cinco, seis veces, y después hizo su capullo para su última forma que era una mariposa gris, que primero es como una cosa amorfa y que empieza a intentar estirar sus alas y se van llenando de colores.
Esa imagen, como de la transformación constante, reiterada, ese cambiar la piel, se me hace un poco esa idea de poder movernos y transformarnos.
Para mí el activismo feminista, y el activismo abortero y acompañar abortos tiene como incentivo esa idea de transformación.