¿Qué cosas que no formaban parte de tu vida se han sumado desde que eres acompañante?
Creo que a modo personal es como un crecimiento, una especie de formación, un tipo de aprendizaje que claramente ha cambiado mi vida. Siento que desde los años que hace que estoy activando, moviéndome en la temática de aborto y estar con otras mujeres hace de que sea un proceso que cambia mi vida. Siento que soy de otra manera, entiendo las cosas de otra manera.
Puse palabras como convicción política. Creo que lo personal es político, por lo tanto me hace cuestionarme cómo soy en todos los espacios, de qué manera, cómo quiero ser, qué cosas quiero mejorar, qué cosas quiero cambiar. Me siento poderosa, creo que los acompañamientos y estar con otras mujeres hace que una logre generar instancias de mucha energía.
Al mismo tiempo, se rompe con los límites. Creo que en el deseo de no maternar no existe ningún límite, finalmente siempre se puede lograr, y eso igual me activa como un fueguito de saber de que se puede, que siempre se puede y que se puede lograr.
Me da una especie de mucha convicción y confianza en mí misma también, en la seguridad que puedo transmitir, en la confianza que también me generan las mujeres con las cuales me encuentro. Y eso igual destaco, que desde el activismo he podido vincularme mucho más con mujeres y con mujeres que no conozco finalmente, como generar amistades, complicidad, secretos, cariños con mujeres que nunca en mi vida había visto.
¿Qué cosas han dejado de estar en tu vida a partir de que eres acompañante?
Creo que principalmente es que el tiempo para otras actividades se redujo. No puedo participar en todo lo que yo quiero y finalmente cuando una se compromete, su vida laboral, personal, el horario del activismo, una igual tiene que empezar a hacer prioridades.
Y también un poco sobre la visibilidad. Ya no soy tan visible, prefiero ser más NN, por así decir. Ya que en el activismo una ya muestra una imagen, su cara, siento que hay muchas mujeres que me conocen en el territorio en el cual acompaño, entonces cuando salgo en otras cosas me pueden reconocer y prefiero disminuir como esa imagen de que piensen en mí.
Algo que también dejé es que estoy mucho más lejos de la naturaleza. Siempre he sido una persona que le enferma la ciudad, y en el activismo y estar siempre activa también me compromete a estar mucho en la ciudad. Eso es algo que siento que he perdido un poco, se ha desconectado un poco de mí eso, eso de poder volver a espacios lejos del agua, lejos de la ciudad.
Otra cosa es que hay menos hombres en mi vida, y que no echo de menos. Creo que el activismo, el feminismo y el feminismo abortero en lo concreto hace que los hombres se vayan de mi vida. Solamente hay algunos muy puntuales pero ya no hay tanta energía en ellos, no son indispensables.
Otra cosa también es que veo menos a mis amigos, me falta el tiempo, como que si no lo distribuyo bien hay gente que no logro ver, que no puedo ir a visitar y eso un poco parte de mi proceso.
Si hubo cambios, ¿hay algo de lo que haya cambiado que eches de menos en tu vida?
Creo que ver a mis amigos, ver amigas, ver gente que quiero porque ya tengo menos tiempo.
Y algo que yo creo como que destaco más, es que me falta tiempo para desconectarme de las tecnologías, haber períodos en donde no tenga teléfonos, donde no tenga que tener un computador, períodos en donde yo no tenga señal y solamente esté yo en algún lugar sin tecnología. Creo que eso es lo que más echo de menos, poder tener esa disposición de tiempo para poder desaparecer un poco.
Soy de las personas que creen mucho con el tema de la enfermedad cuando uno se aleja de los ñien, de la naturaleza y a mí la ciudad me enferma. Entonces desde el activismo también hay una decisión de disponerme desde mi energía, mi tiempo, en procesos de acompañar y ser activista, pero también hay un llamado y yo sé que cada cierto tiempo tengo que volver a espacios naturales, tengo que volver a ir a bosques, debo volver a lugares en donde el humano no este tan instalado, creo que eso es lo que más echo de menos.
