Saltar al contenido

Amo a las mujeres que deciden por su vida

Contexto: El presente escrito fue hecho por mí durante los meses de julio y agosto de 2022. No se ha compartido con nadie, ni publicado. Este texto surge en el marco de una formación en un diplomado sobre feminismos comunitarios y el último trabajo era una autobiografía. Se escribió y quedó guardado.

Pensando en los ejercicios quería poner una foto pero me di cuenta que tengo escrito hace un tiempo sobre lo que me pasa con los acompañamientos. Cabe decir que lo escrito no tiene forma literaria, son frases y palabras que armé desde mi sentir y nada más.

Este escrito es mucho más largo, pero rescato ese sentir puntualmente sobre qué es lo que me motiva en el activismo.

Pregunta general: 

¿Qué motiva tu activismo como acompañante de abortos?

Mi propia vivencia en el paso del aborto, del embarazo no deseado. Ser madre sin querer serlo es violencia.

A) ¿Qué representa la foto/el arte para ti?

Sobre el escrito representa un sentir, es una experiencia que viví a los 17 años y que me hizo muy feliz -tener un aborto- de una gestación que me aborrecía y que de verdad sentía que mi vida acaba. Por tanto, son palabras que salen desde algo muy sentido y vivido. En general no escribo mucho, pero si se trata de hacer el intento, lo intenté con el aborto.

 B) ¿Cómo se relaciona a la pregunta?

Se relaciona a que mediante esa experiencia tuve la necesidad de poder compartir la satisfacción que yo viví a los 17 años. Sentí que fue una oportunidad del universo -porque fue un aborto espontaneo- entonces aborto espantaneo siendo una cabra chica fue lo mejor que me pudo haber pasado en ese momento. 

Fue hace 10 años atrás y era complicado dar con una red de apoyo o del cómo acceder a medicamentos. Frente a esa satisfacción es que siento un deseo y un placer en poder acompañar/ayudar a otras a sentir esa misma sensación. 

Un aborto me salvó la vida, me abrió una puerta de posibilidades, un mundo donde yo tengo el poder de decidir qué quiero. 

Un mundo donde las brujas existen, brujean y se puede brujear, se puede conspirar y se puede amar a otras mujeres.

Yo tenía 17 años ¿qué iba hacer? sin redes, sin contarle a nadie. Sintiendo que de a poco iba perdiendo todo, mis sueños, mis deseos, mi vida completa. Y hasta ahora, sé que ha sido el dolor y castigo más grande; sentir que no puedo interrumpir, sentir que no puedo decir “no quiero”, no quiero y nada más.

Invoqué tanto que el universo me regaló un aborto. 

Un aborto sin complicaciones y con una felicidad que hasta el día de hoy cargo, una dicha, un regalo que le torció la mano a la matenidad obligatoria, al sucio mandanto patriarcal.

Fue tanta la alegría que decidí compartirla con otras mujeres, con otras amigas, con cualquier mujer, compartir ese regalo: abortar.

Decir no quiero y nada más.

Decidir acompañar abortos es regalar, es estar, es disponer, es dar por otras.

>>Yo no las puedo dejar<<

Llevo un camino no muy largo, pero altamente hermoso, mi vida por ellas, porque las amo. 

Amo a las mujeres que deciden por su vida, porque abortando reafirmamos el amor por nosotras mismas, nuestro primer amor; somos nosotras, y nada más.

Amar nuestro cuerpo, nuestro único gran territorio donde podemos decidir y hacer nuestra propia autonomía. 

Gobernarnos.